domingo, 24 de mayo de 2015

VI


Acallar cualquier ruido, cualquier voz
Rehuir al roce, a la caricia.
Contemplar la sucesión de imágenes que se iluminan en su parcialidad,
cuando la veracidad de estas reside en el existir, en la memoria.
Dejar de arrastrar en pos de si, cadenas oxidadas, herrumbrosas.
Infancia vidriada, frágil.
Suplicas fervientes de fe.
Dolor de las perdidas sucesivas.
suplicio de la condena presagiada, certera.
Sin olvidos, ni recuerdos para cruzar el límite de la confinación al cautiverio.

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