domingo, 24 de mayo de 2015


Manos ásperas que acarician el rostro mas terso/ Agujas que se entierran en las sienes/ Laceraciones autoinfingidas/  Úteros en perpetua posesión/ Mártir y verdugo/ Sed y hambre voraces/ Enajenacion en la mirada/ Ceder la voluntad/ Arrojarse de la barca, mar adentro/

VI


Acallar cualquier ruido, cualquier voz
Rehuir al roce, a la caricia.
Contemplar la sucesión de imágenes que se iluminan en su parcialidad,
cuando la veracidad de estas reside en el existir, en la memoria.
Dejar de arrastrar en pos de si, cadenas oxidadas, herrumbrosas.
Infancia vidriada, frágil.
Suplicas fervientes de fe.
Dolor de las perdidas sucesivas.
suplicio de la condena presagiada, certera.
Sin olvidos, ni recuerdos para cruzar el límite de la confinación al cautiverio.

V


Tazar las lineas oblicuas del silencio
hurgar en la rugosidad de los pliegues húmedos,
la saliva espesa, la segregación de fluidos.
Retratar con trazos la anatomía, lo que en la memoria
aun permanece como un esbozo de condena,
de permanencia, murmullos que rehúsan a darme tregua.
Tragar en seco entre risas y sollozos.
Cavar en la tierra el ultimo halo de sofocación.

lunes, 11 de mayo de 2015

IV



Lo agreste ha secado mi lengua.

Boca de ardidas palabras, de gemidos, de voces ahogadas.


Pronunciar la sed, esa que me agrieta los labios ante 

la presencia.

La sed inexorable y este deseo profano, hereje que bulle por mi sangre.


Los condenados están cabizbajo , con el perdón que permanece en sus los labios, inmersos o sumergidos en las aguas que enturbian con su presencia, en el afán de deshacerse de los remordimientos que conllevan, que los atormentan. Desnudos, temerarios al punto de temblar y sonríen con el rostro afligido y la garganta obstruida por el porvenir. Cargando sobre si, mas de lo que sus pies han de soportar. Su lengua miente, ¡por amor! hipocresía ¡por temor!
Silencios solemnes ante las preguntas que no tienen respuesta, nada ha de salir de sus labios excepto la condena.

III

Permanecer en estado de quietud en silencio, indefinidamente en desconcierto, minutos y acontecimientos  presagiados, certeros, cautiverio inaudito el de las manos que recorren el cuello, sutil caricia, filo hostil. Permanencia en silencio,  aquel que tiembla, que sucumbe al igual que tu cuerpo encendido que se apaga. Mantiene la mirada fija a la mía, mantiene el silencio inaudito.

II


Regresas como el silencio,
el cual lleva una mordaza en los labios.
El rostro se vuelve nítido,
como una ardiente niebla que se espesa en el enigma.
Siendo cada vez mas densa.

I

Amante del placer hasta la atrocidad
imagino las sombras con tu figura
acariciando la extensión de piel  que se eriza.