martes, 21 de julio de 2015

Ahondar en el agua estancada, ennegrecida por el dolor,de habernos visto reflejadas. Como no respirar el mismo aire, si había algo que siempre me atrajo hacia el halo de tus labios. Quizás haya sido nuestra flagelación y la falta de empatía. Empuñar el cuchillo e infligir cortes. Establecer una distancia. Encuentro fortuito, esta vez dócil, entregándonos, agotando el deseo de posesión. Certeza inexorable. El humo, el estupor,  el bullicio, la estridencia. El frío, la vía publica, las estaciones, la noche que antes nos acogían, ahora me laceran, hasta dejarme  vacía, vulnerable. Quizas haya sido el mejor trago, después de haber bebido el amargo, con el cual nos supimos embriagar. 

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